Adiós a un maestro de maestros
Por: Sergio Esteban Vélez
Sergio Esteban Vélez |
La semana pasada, con la partida definitiva de León Posada Saldarriaga, Antioquia perdió a uno de los últimos grandes maestros de nuestras artes plásticas.
El maestro León había dejado de figurar en nuestra ciudad desde el año 2001, cuando se radicó en Bogotá.
La última vez que lo vi fue hace dos años, cuando le hice una entrevista para las páginas culturales de EL MUNDO. Del artículo que en esos días le dediqué, me permito extractar y resumir algunas líneas, que nos ayudan a trazar el perfil de esta alta figura de su generación:
León Posada, quien nació en Medellín, en 1923, pasará a la historia de las Bellas Artes de nuestro departamento como de uno de los más representativos exponentes del grupo de discípulos del maestro Eladio Vélez, en el cual también sobresalen nombres como los de Dora Ramírez, Ramón Vásquez, Camilo Isaza Torres y Francisco Madrid.
En esos años, los artistas señalados para convertirse en los conductores de la plástica en los países latinoamericanos viajaban a Europa a profesionalizarse. Así, León Posada, en 1947, siguió los pasos de Eladio Vélez y Pedro Nel Gómez (que él consideraba eran “los maestros fundamentales de Antioquia”) y se trasladó a Italia y a España, para profundizar en el conocimiento de los grandes creadores del Arte Universal.
Cuando regresó al país, en 1949, se dio cuenta de que, además de su talento artístico, tenía el don de la enseñanza. Por eso, pudo preciarse de haber guiado a centenares de alumnos por la senda de las Bellas Artes. Algunos de ellos, como Jorge Cárdenas, Clemencia Echeverri y otros varios han alcanzado alta reputación en ese campo. Así, León Posada muchas veces fue llamado “maestro de maestros”.
Cuando regresó al país, en 1949, se dio cuenta de que, además de su talento artístico, tenía el don de la enseñanza. Por eso, pudo preciarse de haber guiado a centenares de alumnos por la senda de las Bellas Artes. Algunos de ellos, como Jorge Cárdenas, Clemencia Echeverri y otros varios han alcanzado alta reputación en ese campo. Así, León Posada muchas veces fue llamado “maestro de maestros”.
Y, justamente, por haber entregado su vida a proyectar las técnicas pictóricas es por lo que quería ser recordado. Desde muy joven, descolló su interés por conocer a fondo cada una de las modalidades plásticas, las cuales logró desarrollar con maestría: desde el difícil muralismo, hasta el óleo y la acuarela (esta última lo colmó de prestigio).
Acerca de los medios de producción artística, que tanto exploró, el maestro Posada diría que: “El óleo y la acuarela han absorbido casi por completo mi vida de pintor. De la acuarela, por la cual he sentido verdadera fascinación, puedo decir que es la técnica más difícil, si con ella se pretende elevarla a un grado más alto de la simple descripción de los elementos que componen la obra. Para realizarla con la altura que se debe, se requieren mucha destreza, imaginación y buen gusto. Así tratada, la acuarela es el medio por excelencia para cantarle a la luz, es un himno a la libertad”.
Entre las numerosas exhibiciones que presentó, descuellan su muestra individual de acuarelas, en el Instituto de Cultura Hispánica, de Madrid, en 1971, y la que, en 1985, organizó el Creditanstal Bankverein, de Viena. Pero, a pesar de haber alcanzado altos elogios por sus exposiciones en el ámbito internacional, para León Posada su exhibición más querida fue, tal vez, la gran muestra retrospectiva de su obra que, en el 2001, ofreció a la comunidad en el Museo de la Universidad de Antioquia.
La última de sus exposiciones en nuestra ciudad tuvo lugar en la Cámara de Comercio de Medellín, en el año 2008. En esa oportunidad, presentó una muestra que recordaba la línea y el colorido de su admirado Pedro Nel Gómez.
Para él, la independencia era fundamental. No aceptaba que, para vender, hubiera que darle gusto al público. Por eso, encontró en la pedagogía el sustento necesario para encontrar la libertad. “Para mí, la mayor esperanza es pensar en la trayectoria que van a seguir aquellos a quienes, como profesor, les he dado algún consejo”, aseguraba.
Para él, la independencia era fundamental. No aceptaba que, para vender, hubiera que darle gusto al público. Por eso, encontró en la pedagogía el sustento necesario para encontrar la libertad. “Para mí, la mayor esperanza es pensar en la trayectoria que van a seguir aquellos a quienes, como profesor, les he dado algún consejo”, aseguraba.
Y su consejo por excelencia era el de “Sea honrado consigo mismo”, más allá de las modas o de los públicos. Así, Posada orientó a cada uno de sus discípulos para que tratara de sacar lo mejor de su criterio artístico personal.
Lo que muchos no saben es que la musa de León Posada se extendió hasta más allá de las Artes Plásticas y llegó a ahondar en las Letras, campo que fue el que más le interesó en los últimos años de su vida.
Posada figuró en nuestros círculos literarios, desde los años 70, cuando publicó su libro “Escritos breves”, presentado por el Museo de Antioquia, con motivo del tricentenario de la fundación de Medellín.
Posada figuró en nuestros círculos literarios, desde los años 70, cuando publicó su libro “Escritos breves”, presentado por el Museo de Antioquia, con motivo del tricentenario de la fundación de Medellín.
Más adelante, aparecerían: “Cartas de un pintor”, “Diario de Toledo”, “Sueños” y “Sueños largos y biografías cortas”.
La última vez que hablé con él, estaba concentrado en la redacción de un libro que narra la historia de tres clases distintas de pintores, que han enfocado su vocación por diferentes caminos. Seguramente, si se autorretrató en ese texto, se habrá referido a la plenitud que genera la búsqueda del arte integral como forma de vida.
Su obra y su memoria seguirán vivas entre nosotros.
Fotografía: Internet