¡Al pan, pan y al vino, vino!
No es momento de lamentaciones para una Cuba que se desmorona, como tampoco es tiempo de andar detrás de las vestiduras de un presidente que se carcome por dentro y reparte odio al exterior. De júbilo están sus seguidores, de pláscemes quienes lo apoyan. Determinar los miembros de cada grupo es tarea difícil pues ya para muchos estos podían ser tiempos de cambio y no de caminar sobre retrógados pasos.
La realidad cubana es una sola, vista desde ángulos diferentes. La batalla en la isla es diaria, no solo para aquellos que se enfrentan al gobierno y reciben castigos sino para el cubano común que no sabe pensar más allá de su miseria a la cual valora como un mal congénito.
Es tiempo de autovalorar las posiciones y dejar a un lado las lamentaciones o las críticas. El mal de Cuba no es Fidel, el mal de Cuba es el de cada cubano. Un solo hombre no hace batalla pero varias voces si ganan una guerra.
El apoyo, casi unánime a un gobierno que ni siguiera había llegado al poder por elecciones sino por la lucha armada y la traición fue el comienzo de un mal duradero. Es tiempo de unir las fuerzas sin demagogia y ocultos sentimientos. No importa si son mambises o astronautas, guerreros u oradores lo importante es enseñar a pensar, inculcar en las masas que todos los humanos sobre la faz de la tierra tienen el derecho de elegir cómo vivir y el deber ineludible de luchar por sus sueños.
No importa si los discursos son cortos o extensos lo necesariamente importante es levantar la mirada y actuar en consecuencia. Trabajar por el pueblo y con el pueblo.
Hablar de lucha armada es crear una utopía. Buscar soluciones que necesitan un condicionamiento no alcanzable. Trabajar con la conciencia de pueblo, es lento pero necesario ¿dónde está la fuerza sindical que se necesita? este es su momento de moverse en sentido lineal y ascendente ganando fuerza entre los trabajadores descontentos. Crear sindicatos fuertes es tarea obligada, trabajar desde la clandestinidad. Es sabido que la represión en Cuba no es, ni será capítulo cerrado. La fuerza está acompañada de la inteligencia y basta preparar oradores, voluntarizar la presencia para agrupar personal.
Cada proyecto que se traduzca en ayuda al pueblo cubano debe ser llevado a cabo con justicia y honradez porque es la única posibilidad de transformar las acciones en armas de alto calibre. Un buen comunicador, un orador que pueda concientizar al cubano necesitado es un franco tirador en potencia. Cada hombre o mujer que sea capaz de pensar dentro de la isla se transforma en una bala directa al corazón del régimen.
Es tiempo de hablar de las acciones no detenerse a pensar en el pasado, ni un presente de inconsecuente raciocinio. Es momento de levantar barricadas al alcance de todos. Una palabra, una ayuda desinteresada es necesaria. No son tiempos de hacer campaña política para un futuro que no se está ganado aún. El pueblo no necesita de futuros dirigentes, esos saldrán de los esfuerzos, el pueblo carece del elemental sentido de sus facultades para desarrollarse como nación y ahí es donde se necesita trabajar con fuerza y voluntad. La palabra es necesaria cuando viene calzada con el interés de trabajar en bien de todos.
Fotografía: Internet
Proyecto Contextus